EL CARNAVAL DE ANDALÚ Capítulo 13 Ellos

 Él la tomó, pero hizo lo que alguno de los dos hubiera hecho algún día. Ella aliviada abrió su boca y lo recibió, el deseo era tan grande que sus pechos no esperaron sus dedos y salieron solos de la fina camisa blanca que los disimulaba.
Sólo temblaban sabían que en esa decisión nada tenía que ver el Carnaval, que eran dos deseos acumulados desde que él tenía 8 años más ó menos. Aquel tiempo donde jugaban solos en la playa hasta que el sol se derretía en el mar y debían volver al pueblo. Ella no fue hasta los quince años que se sintió atraída por él y luego de ese momento no dejó de pensar en él como hombre ni un instante. El deseo era tan gigante como la prohibición, las miradas, las caminatas a la feria y todas las realidades que ahondaban el sentimiento tan encontrado que a ellos los había hecho perder. Este carnaval ha sido el comienzo, ya sus cuerpos han deambulado tristemente encima de otros encontrándoles siempre defectos increíbles, pero asumidos como irreparables. Sus dedos, con qué deseos juegan con su bombacha, él dio el primer paso pero la apurada es ella que apenas se sienta en su falda tiene su cuerpo el primer temblor. Todos los años están en los pelos de toda su piel erizándolos, haciéndola temblar y reír y besarlo a él, aunque no quiera pensar en nada.
Verla jugar en su falda su pelo tocándole los dedos y sus ojos gozosamente quietos en sus pechos a los cuales tantas veces les dedicó lo mejor de la siesta. Está seguro que lo que está haciendo está bien, aunque la realidad no hable nada de eso. Pero cómo, él tiene que amarla porque no sabe vivir de otra manera y ella ahora que se animó a él siente la convicción en sus besos de que lo que nació un momento antes, quedará para toda la vida.
No deberían haberlo hecho, después de todo tanto tiempo caminando de la mano por el pueblo ante la sonrisa de todos los habitantes que los veían. Pero por que sospechaba que esta vez sería distinto, que debían esconderse hasta la muerte de ambos y ojalá que fuera en ése mismo momento. No pudo aguantarse más y ella al sentirlo se estremeció de nuevo y sonrió triunfante, él temblaba abrazado a sus senos besándolos con su respiración agitada. Cuando las miradas de ambos se tomaron con desesperación, los dos sintieron el mismo miedo, el mismo amor. Aquél que los había juntado hace tanto tiempo, aquel tiempo donde ella nacía y él iba con su padre contento al hospital a verla a ella y el regalo de su padre era una pulsera rosada y se acuerda cuando le dijo a él “Tomá llevale vos esto a tu hermana”. 

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