EL CARNAVAL DE ANDALÚ Capítulo 14 Jesús y José

 Nunca se preguntaron por qué se deseaban tanto, quizás porque quería ser transgresor uno, quizás por curioso el otro o simplemente la vida los había llevado a ese lugar tan secreto que disfrutaban tanto.
Esa tarde Jesús esperaba a José que llegó tarde no porque quiso, sino porque su mujer le pidió compartir la cama de una mejor manera. Jesús lo supo apenas lo miró y se bajó los pantalones porque sabía que él tenía que hacer el papel que la naturaleza le había encomendado, en el lugar que la naturaleza le había recomendado, pero él sentía que el lugar era el correcto y no el papel que tenía que hacer.
Se abrazaron y al pequeño toque de sus pieles se excitaron, Jesús lo hizo de una manera más rápida y firme, el beso llegó para no hablar, para no tener que reconocer que tenían sus vidas, sus esposas fuera de ese lugar que los conocía bien hacía ya quince años.
Se tiraron en la cama casi en el mismo lugar que siempre, hacían casi lo mismo todas las veces, pero no se cansaban como con sus esposas. Alguna vez supusieron en esas largas charlas de amigos, que era porque de su encuentro nadie sabía, y por ese sólo motivo, el motivo de que los descubrieran en cada encuentro, es que todo entre ellos era nuevo. Desde una mirada a una sonrisa.
José tomó la pierna derecha de su amigo y la apoyó sobre los pies de la cama de manera que el sexo quedó tieso esperando la caricia que por ser carnaval tenía gusto a vino, a cigarro y también, a sexo de mujer.
Jesús no aguantó mucho, José en eso, era muy bueno así que lo tiró sobre la cama para que su objetivo quedara frente a él, esperándolo, pero oculto.
Cuando José sintió la primera embestida, en un acto reflejo tiró las manos para atrás y se encontró con las nalgas duras de su otro amor, o el verdadero, nunca se atrevió a averiguarlo. Y el movimiento empezó suave, quizás más suave de lo que él quería, pero sabía que tenía que esperar, que él hoy, no dominaba nada, sólo iba a ser el que recibiría, aunque su cuerpo contra la sábana, le pedía revancha, ésa que seguro, Jesús ya estaba esperando. Sólo una cosa le pidió, quería tenerlo en su boca, ése era su placer y era lo que enloquecía a su pareja de una hora por semana.
Ya acomodado, con su premio en la garganta, se puso de pie para comenzar él su descarga y eso empezó a hacer y eso estaba haciendo cuando sintieron unos pasos que creyeron saber que cuerpos los hacían. Se acercaba un momento que habían soñado mucho pero nada más, sólo soñado y nunca provocado.
Quizás el carnaval, las ganas, el cansancio de esconderse hicieron que no se vistieran y que abrieran la puerta, antes que golpearan, esperando lo mejor.


I:S:S:

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