Sólo una
persona en la historia de Andalú ha roto el Compromiso Bajo Final hace diez
años.
Las peores
cosas son perdonadas entre los habitantes, pero no se perdona jamás una
infidencia de la época de la
Realidad.
Hace doce años
Doña Ana de setenta y cinco, una de las primeras habitantes del pueblo y una de
las fundadoras de la Realidad
cometió la única infidencia que cuenta la Realidad. Era una de las
mujeres más veneradas del lugar pero fue encontrada culpable de haber matado a
cuchillazos dos días después de finalizados los festejos a una de las más jóvenes
mujeres del pueblo se la acusó y ella no lo negó, de cobrar una cuenta
pendiente de los días que acababan de pasar.
Nunca se supo
la verdad, sólo se la acusó, ella no lo negó y se procedió de acuerdo a todas
las normas. Tampoco eligió castigo así que el pueblo decidió que lo mejor era
el aislamiento. Vivió quince años en un silencio que ella aceptaba casi
naturalmente de no ser por pequeños llantos que se le empezaron a escuchar cada
vez más seguido cada vez que caminaba por las calles a la noche. Sola,
abandonada hasta por sus hijas, como correspondía, tuvo el valor de aguantar
todo ese tiempo. Su lengua dura, sus ojos caídos, pesados de vergüenza no
volvieron a ser parte de la
Realidad ni de ningún día más que siguió en Andalú. No podía
hablar sólo gemía para sus adentros cada vez más profundos, cada día más
escuchados. Sin atención una bola de fuego recorrió el pueblo gritando a medias
letras un perdón y agua como última manera de empezar a vivir dejando una
huella de vergüenza en todo su cuerpo que la acompañara toda su vida. Nadie
sintió que debía tomar un balde de agua, la dejaron pasar rebotar contra las
paredes ver que ella no quería tirarse en la fuente del agua porque pedía que
el pueblo lo hiciera por ella, sentía que no le correspondía a ella terminar su
dolor. Vieron entre lágrimas algunos sintiendo ése olor a carne quemada su
camino desesperado al terraplén. Desearon algunos que ella apagara el
sufrimiento pero ella volvió a la plaza, a su pueblo decidida a entregarles su
muerte, a darles la razón a pedir otro perdón que creyeron escuchar y cayó al
piso y calló a su pueblo y se fue apagando entre calles zigzagueantes y vacías.
A su alrededor la gente comenzó a acercarse un tiempo después y casi sin
hablarse empezaron a tararear
Doña Ana
traicionera
Malditos los
que al nacer
hicieron de
tus encantos
sólo una mala
mujer.
A partir de
ese año Doña Ana personifica las cosas que quedan fuera del carnaval, las que
no sirven. Y ésos versos son de los primeros que se cantan cuando comienza la Realidad para recordarles
a todos, sobretodo a los más jóvenes, como son tratados aquellos que fallen a
la Realidad.
I.S.S.
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