LEYENDA URBANA DE DURAZNO
Hay en mi departamento una leyenda urbana y es que, en un árbol de mi ciudad, nacido en la playa y por eso mismo, dueño de una sombra que es el deseo de todo aquél que concurre al río, viven unos espíritus que no dejan descansar bajo esa prometedora sombra.
Según se dice, apenas las personas se acomodan en la sombra y miran hacia el Yí mientras comienzan a tomar algún mate, unas voces incómodas parecen caminar en la vuelta de quién ocupó el espacio tan preciado. Hay quienes han aguantado esas incómodas voces pero se han parado casi exaltados y han salido corriendo, porque más allá de las voces, al poco tiempo de las voces, también se habla de unas incómodas miradas que dicen los que las han vivido, traspasa todo lo que respira bajo la sombra.
No obstante eso, algunos pocos valientes le han hecho frente a ambas cosas pero no han podido soportar el movimiento de sillas, las volcadas de mates, la tirada de toallas.
En definitiva, la mejor sombra de la playa El Sauzal en Durazno, tiene dueño, bah, dueñas, representadas por unas voces, un embrujo que pasado el mediodía parece irse haciendo más leve y cuando uno pasa en la tarde por allí, la gente que se encuentra, ya no es perturbada por nada.
Si, en Durazno aún quedan esos vestigios de magia, de hechizos, de brujerías, aún no se sabe bien.
Lo cierto es que, quienes en la playa estamos a esa hora, escuchamos como de fondo, además de las risas de los niños jugando en la arena, otras risas y divertidas charlas que no pregunten por qué tampoco podemos, voltear a mirar.
I.S.
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