MI VISITA AL PSICÓLOGO 1
MI VISITA AL PSICÓLOGO I
Quiero escribir
pero no me sale nada, soy muchos pensamientos sin ninguna decisión. Paso por el
psicólogo y su primer paso es buscar la acción, mi primer paso como paciente es
decir no me muevo porque no se qué acción tomar. Entonces, llega a nuestro
encuentro la palabra mágica, Cualquiera, y después vas viendo. Lo miro al
psicólogo y le digo, mi acción es quedarme sin hacer nada, hasta tener claro que
hacer. Él, viendo mi engaño (auto-engaño lo llamará en un ratito, para él, para
mí no porque yo se que no me estoy engañando simplemente no me quiero mover) me
dice que esa no es una opción válida porque estamos en la sociedad que estamos
y que algo debemos hacer. “Ese es mi problema” no me identifico con la
sociedad.
¿Ves? ríe él como
si hubiese encontrado la punta de un ovillo que ya siento equivocado, ésa puede
ser una nueva y buena trampa, con la excusa de que nada nos sirve, nada
hacemos. Sí le contesté, nada me sirve y me cuesta mucho hacer cosas porque
siento que todo está mal. Pero ésas cosas no son tus problemas, larga sus palabras
con una aceitada pronunciación que me hace sospechar que me ha llevado hasta el
lugar donde tantos hemos pisado y él, reconoce tan familiar.
¿Cómo no son mis
problemas? No coincido en nada con la educación que le estamos dando a los
chicos en las escuelas en los jardines y tengo hijos que no quiero que vayan
pero tienen que ir obligados y ¿no es mi problema?
Siento que la
medicina es un negocio espantoso, que se encarga de meternos enfermedades en
pastillas cada vez más “salvadoras”, y sin embargo, debo ver a todos mis seres
queridos tomando remedios hasta para hacer saliva?! y no es mi problema??!
¿Cuántos más quiere que le nombre? Me gustaría ver fútbol en el estadio pero no
puedo por el problema que generan los
drogados que son alimentados por la propia policía, dirigencia y gobierno y no
es mi problema??! Hice una pausa, respiré, pedí disculpas con los ojos ante
tanto grito y continué varios decibeles más abajo, y tengo muchas más cosas, de
las banales e importantes pero déjeme decirle algo. Para mí todos los problemas
son de todos.
Eso es cierto, si
usted lo siente así me dijo, pero le aseguro que no se soluciona con estatismo.
O sea que para usted
esa actitud cualquiera que debo tomar es cualquiera menos no hacer nada.
Exacto! me dijo, y miró su reloj en un gesto que me dejó, además de un claro
mensaje de retirada, la sensación que el hombre ya se había desenchufado de mí.
Ahora era un ser cualquiera, esperando mi retiro para salir vaya uno a saber dónde para
quizás, quise sentir, buscarle alguna vuelta a mi planteo.
Eso me sucede
cuando termino la descarga en éste lugar, enseguida le empiezo a ver a la vida
un positivismo inusitado en mi forma de ser. Sé que en casa pensaré que el tipo
sólo me escucha para cobrarme a los 55 minutos, pero ahora, en éste momento le
pago contento sintiendo que se lo merece. Me hace una mueca que entiendo como “si
la sociedad no fuera lo que es, yo lo haría gratis pero…” Y en ése momento
entiendo que me falta agregar ése pero a mi vida. Pero será para la próxima
sesión.
Cierro la puerta,
camino por la calle y los primeros metros me siento un huérfano de la vida, un
perseguido, un débil que no puede afrontar los problemitas solo, también ¿por
qué no? un suicida en potencia. Pero luego, doy vuelta la esquina y me empiezo a
sentir acompañado, con gente que se preocupa por mí y quizás, como la gente ya
no sabe de dónde vengo, ya me siento mejor.
A las dos cuadras, voy tarareando una canción, haciendo proyectos de mis próximas escrituras,
chiflo, me río, pateo piedritas que ni me importan a dónde van a parar y pienso
“pobre loco, bancarse tanta porquería ajena!”.
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