La esperanza sos vos.

 En estos textos que he compartido con ustedes, casi todos están basados en el análisis de la sociedad que nos contiene, nos forma y formamos. Y es esa palabra la que quiero hablar hoy. Nosotros venimos de muchas estructuras tambaleantes (cuando no ya caídas) y tenemos que formar, día a día, nuevos caminos. Qué también quede claro, todo el camino de la humanidad ha sido, es y será, un constante cambio, la particularidad de estos tiempos es que tenemos abajo nuestro mucho más vacíos que elementos sólidos. 

Entonces en esa situación es que tenemos que caminar, o volar para descubrir nuevos sitios donde podamos vivir mejor. 

Pese a la inmensidad de los 8 mil millones de personas con las que compartimos este mundo, más los miles de millones de otros seres vivos, nuestra vida, en el día a día, interactúa fuertemente con alrededor de veinte personas, de las cuales 5 o 6 son siempre las mismas. Nuestro mundo, el que sentimos cada día, es muy chico comparado con la inmensidad que nos rodea. Y ese es el mundo que debemos aportar nuestros mejores y más sanos esfuerzos. Hoy en día, las redes, las noticias casi instantáneas (a un paso de contarse antes que los eventos), quizás nos confundan con una falsa apertura mundial, que no existe en la realidad. Nuestro mundo, gracias al cual día a día nos conocemos más y mejor, es mucho más escueto, por suerte. Así que cuando te sientas agobiado, cansado, desesperanzado, sin fuerzas para hacer que una guerra desaparezca, no sientas ese fracaso como propio, no agregues a tu mundo detalles que no te cambian nada y que casi no te afectan, a no ser por algún precio internacional de algún producto. Centrarnos en nuestro pequeño mundo, en ese que es todo para nosotros y desde ahí interactuar de la mejor manera, con nuestro corazón abierto con la confianza en los de miramos a los ojos, no con la desconfianza atroz a nuestros iguales, que nos mete las noticias (tele, radio, redes) sino con la paz de que a tu mundo lo hacés vos. En la medida que podamos encontrarnos con nuestro yo esperanzado (ese que cada día hace que nos levantemos sintiendo que todo va a estar bien) nuestro mundo mejorará y se sumará o contagiará al mundo de otros tantos que nos rodean. Ser tu mejor versión no depende de los que te rodean, mucho menos de los que están a miles de kilómetros, dijera Abel García en una canción que les recomiendo, El Mundo soy yo. Y ese mundo, el tuyo, sí que vale la pena ser vivido, porque nadie como vos, o mejor aún, sólo vos que sos el creador, puede disfrutarlo.


I.S.S.

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