NO MAMES NOMADE

 En tiempos donde la cultura por YouTube está muy generalizada, es común escuchar en lugares como Uruguay u otros países, la expresión No Mames, que significa en uruguayo no embromes. Esa globalización del idioma, porque siempre va a ser más sencillo que el mundo se maneje con un idioma, o a lo sumo, con cuatro o cinco, uno por continente está bien. Esa globalización que nos gana, aunque no sea parte del plan de dominio internacional, sino por parte de algo tan universal como las redes, está en perfecto funcionamiento.

Antes eran los “Fuks”, “Shit”, y “son of…” las expresiones que venían desde las películas, lo más parecido de antaño a las redes. La imitación siempre fue uno de los fuertes del Hombre a lo largo de su historia.

El ser humano, está buscando vivir de la misma manera en cualquier parte del mundo, nos han inculcado los mismos objetivos de vida, o al menos, eso tratan, y en buena medida lo han logrado. 

Tanto lo han logrado, que una foto de alguien frente a un ventanal tomando un café, puede ser una oficina en New York, una casa en Bangladesh, o una oficina en Montevideo, los no lugares abundan. 

Si bien la búsqueda de unicidad en las lenguas repercute y muchísimo, hace perder valores propios, formas únicas de ver la vida, que no es poco, cierto es, que esta unificación no es tan costosa como la de los hábitos, la de las costumbres de cada país. Unificar actividades, comidas, hace que el movimiento a nivel mundial sea casi imposible de ser imaginado. 

Gente comiendo frutas, verduras, animales, que no comería nunca en su vida, si no fuera por esta globalización y por estos intentos de unirnos a todos en los mercados, pero separarnos a todos desde la geografía. No saber, que cada tierra produce lo que sus habitantes precisan, es una de las cosas que más contradicciones nos trae, a nivel físico. 

Personas que en Noruega tienen que comer menos bacalao, o pagarlo más caro, porque hay una gran parte de eso, que se va a consumir donde ni siquiera tienen agua, frío y quizás por eso, no lo precisen tanto. De la misma manera la banana de las zonas tropicales, ni la carne uruguaya, cara y exclusiva en nuestro país, cuando debería ser algo, de uso común en sus mejores calidades.

El mundo ha quedado sin rumbo, pero bien vendido, bien vendido a la gente que lo puede comprar, bien vendido a la gente que antes que se cumpla la mitad del año, ya terminó con toda la producción de alimentos que la tierra puede dar. El resto, es tirar en unos países y nunca recibir en otros. Como resultado nos queda un mundo cambiante, no sabemos si por su propio ciclo, o por los toqueteos que el humano le ha dispensado.

Es ahí cuando me permito mirar para atrás y sentir gusto por la vida de otros tiempos, donde nadie iba a estar conectado con un problema a tres mil kilómetros, ni blandiendo banderas sin conocer, sin sentir, los problemas en el lugar donde suceden. Cada uno vivía en su pequeño mundo, que no era tan pequeño, vivimos rodeados de árboles que ni conocemos, plantas que pisamos sin saber si nos curan de algo, sin embargo, gastamos horas en resolver, o al menos en opinar energéticamente, de los problemas, que supuestamente tienen otros, que a veces, no pasan de un divorcio más o menos público. 

Antes cada uno vivía en contacto con su espacio, viviendo en armonía con su lugar y alimentándose, de lo que la tierra de ese lugar le daba. 

No puedo dejar de sentir que ese podría ser el camino a la solución para muchas de las cosas que nos suceden, me dirán que es demasiado raro, puede ser, pero igual de raro es tenerle fe al pasado, como al futuro que muestra sus características, cada vez más preocupantes. 

Antes la gente se dividía en nómades y sedentarios, hoy somos todos sedentarios, quizás los nómades están representados en esos viajeros que por el mundo, a fuerza de esa empresa llamada turismo, disfrutan sus diferencias.

El sedentario, encontraba lo que quería en un lugar, o se quedaba en uno, porque no quería perder algo que había conseguido ahí.

Y estaban los nómades, esa gente que se alimentaba del lugar, vivía liviano, no era fácil, pero tampoco lo está siendo hoy, ni pinta que vaya a ser mejor mañana. 

La utopía del pasado, es igual a la utopía del futuro, es tan incierto pensar en volver a vivir como en el pasado como de incierto es pensar que el futuro tiene las respuestas para que vivamos mejor. 

Hoy una parte del mundo, la más pequeña, consume antes de la mitad del año lo que la tierra tiene para producir para toda la población en un año. 

Hoy, países dedican millones de dólares a viajar miles de kilómetros, para matar a personas que están en su lugar, donde nacieron, donde por nacer ahí, cuentan con las cosas que la naturaleza le ha proporcionado, desde comida, hasta minas de..., pasando por el petróleo, o un problema de tierras mal divididas por otras personas, que tampoco nada tenían que ver con la gente del lugar. 

Hoy el futuro nos habla de desempleo porque los robots, están tomando todo, y no se sabe qué hay que estudiar para sobrevivir en 20 años, ¿Qué pensamos del futuro de nuestros hijos? 

Hoy se habla de que hay que irse a vivir a Marte porque la tierra no va a dar para más en nada más que cien años, ¿En serio piensan que es tan loco que me guste pensar en borrar todo y volver al pasado?

Entonces, viendo estos números y mirando al futuro, mezclo y concluyo. 

No mames nómade.

No mames, vuelve. 

No mames, espera. 

No mames, enséñanos.

No mames, espéranos. 

No mames 

quédate.


I.S.S.

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