Si no hay papa no hay tortilla.

 Murió el papá Francisco, para los que crecimos en instituciones religiosas, sin que se nos consultara obviamente, al menos en esta vida, todo lo que aprendimos de tan niños, nos queda, en lugares que a veces no quisiéramos tener más. Pero están. 

Ya darse cuenta de la mentira de la iglesia, del tan mentado celibato, del tan maltratado celibato, del tan ignorado celibato, de la lucha por una justicia económica que nunca se predicó con el ejemplo, con apuestas millonarias comprobadas en el fútbol italiano, de los santos nombrados a dedos, cual si de una campaña política se tratara, de posturas infames ante determinadas personas, del crecimiento a la sombra del oscurantismo, de la ocultación hasta la muerte de las brujas, mujeres que solamente eran libres y expresaban sus deseos abiertamente, de brujos que en muchos casos para salvar su pellejo se hicieron curas, porque era la manera de curar desde la permitido para evitar la muerte. Todo eso y mucho más, es la iglesia, todo eso y mucho más.

Sin embargo, cuando hoy leemos que murió el papa, para los que crecimos y tenemos metido a fuego todos esos cantos, esa moral, que en muchos casos, al menos en nuestro país, se hace eco de la moral del resto de la gente (¿Casualidad?), hoy significa un día donde prestamos atención a Roma. La ciudad que debería leerse al revés, si es que la iglesia realmente fuera lo que, según ellos, fue Jesús. 

Porque Jesús, según sus propias historias, fue un tipo que en la puerta de un templo criticó y expulsó a todos los sacerdotes que ahí estaban, acusándolos de no llevar adelante la palabra de su padre, Jesús, fue el que mataron como mataban a otros ladrones, Jesús, era un tipo fuera de la sociedad, esa sociedad, que la iglesia promueve y castigó y castiga, al que no quiere pertenecer a ella. 

La iglesia es la forma más gráfica y gigante del doble discurso, mucho más atrás vienen las otras expresiones, pero la iglesia se lleva, aplauso, medalla y beso, en esa competencia. 

Ahora, pensemos un poco más allá de todo el entuerto religioso. La iglesia, y acá cabe nombrar a todas las expresiones religiosas que basan su elevada experiencia en la vida del supuesto Jesús, está cimentada en una palabra que en su "cortitud" (permítaseme el invento) encierra toda la historia de la humanidad... "Fé"

Esta palabra representa lo que el ser humano es capaz de hacer, cuando lo que puede hacer siente que no lo puede hacer. La palabra FE significa el contacto con una parte de la persona que ni ella misma conoce. Esa es en realidad, la piedra fundamental de la religión católica, y no el pobre y famoso Pedro. 

Hace muchos años, algunos vieron que la gente no creía en ella, pero si creía en hablar con "algo" que sentían andaba en la vuelta, y que podía hacer más que ellos. En principio eso era la naturaleza y sus leyes implacables, con el tiempo, ese contacto con la naturaleza quedó en intermediarios que se dedicaron a comunicarse más abiertamente con ese campo mágico. Luego, luego vino la iglesia, los cargos, las leyes, los mandamientos, el poder. 

En estos momentos donde mi niño se pausa porque no hay papa, para mí el papa sigue siendo Juan Pablo II, mi adulto que lo quiere despertar le dice por favor, mirá que todo se trata de vos, de la fé que tengas, no cortes toda esa magia por sentirte engañado por tantos años, no te enojes porque cambiaron tu conexión con el universo, por un sistema autoritario, castrador, injusto, demagógico, oscuro,y ya podrido, no, no lo hagas, mirá que todo se trató siempre de eso que después llamaron fé, pero que no tiene nombre, o tiene tantos nombres, como seres vivientes haya en el mundo. 


I.S.S.

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